En el Día de la Música conversamos con los fundadores del Espacio Arte La Covacha, un lugar donde familia, amistad y trabajo se unen a través de armonías y melodías.
La Covacha Espacio Arte es un rincón ubicado en La Calera donde siempre pasan cosas lindas. Ése es el lema de la escuela de música y espacio cultural que llevan adelante desde hace seis años Diego Magnaterra y Noel Acosta en el barrio Los Prados de esa ciudad.
Diego y Noel son un matrimonio que además de estar unido por el amor, lo está por la magia de la música. Es ese mismo sentimiento el que se respira desde antes de cruzar la puerta de madera por la que se ingresa a La Covacha, un cálido hogar en el que todos los visitantes se vuelven familia, y del que no es posible despegarse una vez que uno se acerca.
Músicos de la talla de Paola Bernal, Jenny Nager, Ramiro González, Romina López, Diego Marioni o el Presenta Trío se mezclan con los alumnos -chicos y grandes- de la escuelita, mientras en el patio los mates van y vienen de manera permanente. Talleres, conciertos, presentaciones, comidas, nunca falta un buen motivo para reunirse.
Crece desde el pié, La Covacha, crece desde el pié
Desde el comienzo, allá por el año 2010, hasta hoy, La Covacha no ha parado de crecer. Con gran esfuerzo y dedicación y gracias a la ayuda de numerosos amigos que de manera desinteresada quisieron formar parte de la construcción de este hermoso lugar, hoy La Calera cuenta con un lugar mágico en el que reina la música y en torno a ella suceden siempre cosas lindas. Actualmente, a los talleres de guitarra, bajo, canto, batería, teclado y percusión asisten alrededor de sesenta alumnos, entre niños, adolescentes y adultos. En muchos casos padres, madres e hijos se reencuentran allí de la mano de las canciones. “Somos como una gran familia. La participación de todos es comunitaria, tanto en la organización de los eventos como en actividades para el espacio mismo. Por ejemplo, hasta hemos trabajado juntos en la construcción de un aula y en la colocación del cielorraso”, cuenta Diego, quien con orgullo recuerda aquella cochera de la casa materna en la que comenzó este sueño de compartir la música con todos los que pudiera.
Hoy La Covacha tiene su lugar en el ambiente cultural de La Calera, y poco a poco se van incorporando ideas novedosas que invitan a compartir. Clínicas, encuentros, charlas, talleres itinerantes se suman a las clases de instrumento y los ensambles habituales. Actualmente se lleva adelante un ciclo de conciertos que tiene el objetivo de “acercar músicas que no están siempre al alcance de todos, generar la consciencia del respeto por la escucha poder presenciar un espectáculo de calidad en un espacio íntimo y en familia, donde nadie es más ni menos que nadie”, cuenta Noel, al consultarle cómo empezaron estos eventos que tienen lugar en lo que una vez fue el típico “cuartito del fondo” de la casa en la que vive con Diego y sus dos hijos, Iván y Mateo que, por supuesto, son parte del alumnado permanente de la escuelita.
