El artista chaqueño pintó murales en Mendiolaza y Unquillo. Su labor solidaria es incansable en todo el país.
Milo Lockett es uno de los artistas plásticos más reconocidos y premiados de nuestro país.
La fama de su obra y de su vocación de servicio traspasan las fronteras de la Argentina y dan que hablar en el mundo.
Pero él fiel a su estilo logra captar a niños y adultos con sus trazos llenos de exuberantes colores, líneas definidas y figuras graciosas son su identidad.
En los últimos días visitó Córdoba capital, donde hizo un mural en el Hospital de Niños y en una escuela, y la zona de Sierras Chicas donde pintó murales en Mendiolaza y Unquillo.
“Sierras Chicas me parece un lugar hermoso. Me gustó mucho el cariño de la gente y todo lo que se generó alrededor del mural. Porque no es tan importante la obra de arte sino lo que pasa con la gente en el momento de pintarlo”, afirma Lockett a la SCV.
Su visita no pasó desapercibida para los vecinos que participaron de la intervención y aquellos que fueron a presenciar su trabajo.
Para el chaqueño es importante que el público se encuentre con el artista que los visita en su lugar de origen.
Lockett dijo que los murales son una oportunidad para aquellos que no tienen la posibilidad de ir a un museo, a una sala de arte o algún artista.
De este modo, “el arte callejero cumple una función social cuando nos permite mostrarles a un público, que no puede acceder de otra manera, y de repente se encuentra con un mural en la calle y con un artista”.
Nacido en Resistencia Chaco, decidió transitar por la plástica luego de descubrir que había postergado esta vocación por volcar su foco y su esfuerzo en una empresa textil que, de todos modos, lo dejaría en bancarrota tras la crisis de 2001.
Su arte y vocación solidaria van de la mano. Realiza donaciones de 200 obras en promedio para subastas a beneficio y participa en proyectos sociales tales como con Unicef; produjo la Gira Interminable, que consiste en la confección de murales en jardines de infantes hechos por chicos con síndrome de Down, realizó talleres masivos de pintura al aire libre y trabaja junto a Juan Carr en Mundo Invisible.
Al respecto, opinó que “las buenas prácticas comienzan en la casa, con los vecinos y después sale al ámbito social. Está bueno que uno genere un medio ambiente bueno en su comunidad”.
