Un colectivero jubilado y una empleada doméstica se casarán vestidos de gaucho y paisana en una ceremonia tradicional en Juárez Celman.
¿Y si te vestís de paisana? –propuso él– ¿Y si vamos en sulky? Y ahí si que la convenció. Roxana Beatriz López y Raúl Gustavo Peretti llevan “de arrimados” seis años, que se cumplen justo este miércoles cuando darán el sí en una ceremonia al estilo de las viejas costumbres camperas en la plaza frente a la Municipalidad de Estación Juárez Celman.
Raúl vestirá su mejor bombacha, una faja tradicional, camisa y pañuelo al cuello. En alpargatas, claro. Pero el siempre se viste así. Nunca se lo ve de jean y zapatillas. Como ahora, mientras ceba mate y espanta una mosca con la boina, mientras cuenta de aquella siesta en la que le pidió casamiento. “Es que nos quedamos sin yerba y empezamos a hablar pavadas”, se ríe y a Roxana se le enrojece el rostro. Ella, cómo es tradición se reserva los detalles del atuendo.
Esta fiesta gaucha no tendrá el glam de la pomposo casamiento entre el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey y la actriz Isabel Macedo. Para ellos de lo que se trata es justamente de lo contrario: “algo normal, sencillo, como antes, en la casa de uno con la familia”, dice Raúl. “Es importante es que no se pierdan nuestros valores, nuestras costumbres”, destaca Roxana.
A pesar de que nació en barrio Pueyrredón de la capital cordobeses a los siete años empezó a trabajar en la estancia de un tío en Río Primero. “Ahí conocí lo que es trabajar el campo”, relata. También a tocar la guitarra y a bailar folklore, tan bien, que ha ganado algún que otro concurso. Ella, que se aquerenció de las costumbres gauchas al lado de su prometido, cuenta orgullosa que su abuela tucumana era calchaquí.
Bien Gauchitos. “A mi de daba miedo, no por la diferencia de edad sino porque estaba acostumbrado a la soledad”, dice el hombre de 58 años, divorciado, padre de cuatro hijos y hasta bisabuelo, que le lleva 14 años a Roxana (44), también divorciada y madre de cinco hijos. Ninguno de los dos había pensado en volverse a casar otra vez. Unos gauchitos.
Aunque dice que es tímida, fue ella quien tomo la iniciativa un día en la punta de línea de Tamse de barrio Guiñazú. Él era chofer y ella trabajaba para una cooperativa de limpieza. Ella le pidió pasar a limpiar el colectivo mientras esperaba para hacer el próximo recorrido. Él se negó, le gustaba ocuparse del mantenimiento de su coche. Y ni lenta ni perezosa la china lo encaró: “Me puede regalar sus ojos”.
Al poco tiempo el gaucho la invitó a cenar y dos meses después ya estaban viviendo juntos.
El hombre con 35 años al volante –15 de camionero y 20 de colectivero– ya está jubilado y Roxana se gana la vida limpiando algunas casas.
Juárez Celman. “Es como volver a tu raíz, a tu esencia pura. Me va a permitir ser como soy”, dice Myriam Prunotto, la intendente de Juárez Celman –criada en la estancia de su padre– quien presidirá la ceremonia también vestida con bombachas de gaucho.
Cuando se enteraron en la Municipalidad de la idea de estos vecinos rápidamente acogieron la iniciativa y se pusieron a disposición de los enamorados para colaborare con la organización. Prunutto ha casado muchas parejas entre 1994 y 2007 mientras fue jefa del registro civil, pero esta es la primera vez que la ceremonia tendrá estas características.
Hoy a las 10 de la mañana la pareja se bajará del sulky y en la plaza sonará la zamba que él le cantó por primera vez: “desde siempre y para siempre, contigo estaré”.
Fuente: diaadia.com.ar
